Preparamos unos areneros, nos pusimos cómodos y . . . ¡A DISFRUTAR!
Era la primera vez que estábamos en contacto con la arena
Al principio nos sentimos inseguros, estaba muy áspera y se pegaba a la piel.
Teníamos recipientes para jugar con la arena pero . . .
Lloramos un poquito porque era extraño estar sentado en aquello que la profe nos decía que era divertido.
Otros amiguitos decidieron meterla en la boca y probarla, pero me parece por la cara que tampoco les gustó demasiado.
De todos modos estábamos dispuestos a experimentar y pasarlo bien.Y poco a poco empezamos a esconder los pies.
A revolcarnos y a jugar con los recipientes.
Y al final resulto ser una experiencia para repetir este verano en la playa con mamá y papá.
Y sino que se lo pregunten a mi amigo Pedro.
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