Íbamos a hacer arte con nuestros pies.
No necesitábamos ni zapatos ni pantalones.
Al principio preferimos experimentar sólo con nuestras manos.
Poco a poco nos fuimos animando y pintamos con todo nuestro cuerpo.
¡Era fantástico!
Resbalábamos porque el papel estaba lleno de pintura y era muy divertido.
Al final conseguimos hacer una gran obra de arte, que expusimos al aire libre para que todos pudieran admirarla.
Nuestro cuerpo acabó completamente maquillado. ¡Qué susto cuando papá y mamá vieron el mandilón!
Y . . . menos mal que las profes nos lavaron con agua muy calentita antes de volver a clase.
¡Qué bien nos lo pasamos, fue una experiencia increíble!
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